Los Escobazos
Durante el día 7 de Diciembre se terminan los preparativos de las últimas hogueras, que arderán al paso de la Virgen al atardecer, y por qué no, también de los últimos escobones (escobas secas ensartadas y atadas con una cuerda), que los más rezagados todavía no tenían preparados, con la finalidad de poder alumbrar a la Inmaculada Concepción a su paso por las calles de la localidad. También podemos ver ese trasiego de gente, algunos atónitos por lo que les cuentan, y otros alegres disfrutando y saboreando la proximidad de su fiesta más esperada.
Sobre las cuatro de la tarde empieza a sonar el tamboril, lo que hace presagiar que el momento se acerca, ya que por las calles, portando el estandarte de la Virgen, caminan el mayordomo y sus acompañantes (familiares y amigos más allegados) llevando a cabo la tradicional petición de rosca.
Una vez empieza a oscurecer aparecen los primeros escobones, éstos fundamentalmente, son quemados por los más pequeños de la localidad, que sin temor alguno y con la tradición ya inculcada, disfrutan encendiéndolos y "pegando" a todo aquel que se aproxima.
El mágico ritual ya ha empezado, y poco a poco se irán uniendo jóvenes, mayores y ancianos, quienes aportan su entusiasmo particular para que se produzca la magia. Unos no paran de dar escobazos a "diestro y siniestro", haciendo que todos los grupos o personas que están quietas, se muevan para sortear las llamas del fuego, otros tocan el caldero, el tambor, las tapaderas o la sartén y todos al unísono cantan sin cesar, una y otra vez, y todo ello saboreando un buen vino de pitarra una vez finalizada la procesión de la Virgen.